Poniendo límites a nuestros hijos

O ¡serán ellos los que nos ponen límites a nosotros sus padres? Bueno... algo muy complejo que me toca vivir en terapia con algunas madres de niños y adolescentes es la situación delicada en el momento de poner límites a sus hijos. O son muy laxos, suavecitos y casi nulos o saltan al otro extremo del golpe, grito, insulto y demás.

Creo en el delicado balance entre los límites laxos y los límites autoritarios, esa es la obra de arte, saber cuándo, cómo y dónde aplicar los límites ya que, dependiendo de la situación específica se elige el tipo de límite ideal y razonable. No todo es golpe, no todo es permisividad.

Recordemos que las funciones de los límites son las siguientes: Encausar, dirigir, educar, corregir, enseñar, acompañar, proteger y orientar a nuestros hijos con amor y respeto.

En algunas ocasiones la realidad es otra más triste porque la finalidad de los límites es la de desquitar las frustraciones del día en el hijo, exigir al hijo los triunfos que uno no pude obtener en la vida, que ellos cumplas nuestras expectativas frustradas.

Dijo Pestalozzi que un hijo que no se siente querido no puede ser educado, el acto de educar es un acto de amor y libertad.

El ser padres es una labor enorme que requiere aprendizaje, teoría y práctica, como cualquier arte adquirido, no viene de la nada la habilidad de saber dirigir a un ser humano que esta en nuestras manos por ser un niño pequeño y que tenemos la gran responsabilidad de dirigirlo hacia un futuro pleno y feliz.

Psic. y Psicoterapeuta Gestalt Elena Bouchot Gamas
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