La cara de un niño jugando

 

La cara de un niño jugando

Me gusta observar a los niños jugando, son tan felices, sus caras irradian alegría, están inmersos en su actividad y la gozan, sería muy agradable vivir así, que toda actividad fuera tan fascinante como el juego para los niños y que todo fuera un juego en sí: estudiar, trabajar, amar, vivir, aprender, todo puede ser un juego, ¿tendría algo de malo? Cuando digo esto algunos adultos me miran con una sonrisa desdeñosa, haciéndome sentir que estoy "loca", pero… y si ¿además de loca estoy en lo correcto?

El juego es una forma de vivir disfrutando, gozando, y también haciendo las cosas con responsabilidad, si es que es esto lo que preocupa tanto, como si juego fuera sinónimo de hacer las cosas incorrecta e irresponsablemente.

La mejor manera de educar y de poner límites a un niño es jugando, los límites son amor, como ya he dicho en otras ocasiones, ¿cuál es la razón para no disfrutar la educación? De alguna y desde hace cientos de años manera se ha difundido la idea de que disfrutar y jugar es algo malo, vergonzoso e inmaduro, yo quiero romper esos tabúes, he confirmado que el juego puede ser una gran herramienta en todas las áreas de la vida, disfrutar jugando, cuánta dicha poder ir al trabajo con la emoción de ir a un juego. Prefiero ver a niños y adultos felices, que lo que veo en realidad rumbo al trabajo, gente demasiado seria, ensimismada, triste, enojada, perdida en su celular quizá huyendo de su realidad nada satisfactoria; sin embargo veo a los niños llenos de energía, descubriendo curiosos su mundo, sus cuerpos sus sentidos, me es más invitador su mundo, más agradable y satisfactorio.

La educación lúdica, la ludoterapia tienen resultados asombrosos, los niños obtienen un aprendizaje significativo, quiero decir, que el conocimiento es profundo, permanente y organísmico, ya que no se queda en un nivel intelectual solamente sino de todo su organismo, mente cuerpo y emociones, el enriquecimiento es perdurable, profundo, auténtico.

La tesis de maestría que realice fue respecto a la experiencia de las madres al poner límites a sus hijos adolescentes. Uno de los hallazgos fue que el juego es el único momento feliz con sus hijos, no existen roles en esos momentos, cada quien actúa con libertad, armonía y solidaridad, no hay necesidad de poner límites ¡pruébalo! A ver qué descubres, verás la maravilla que es jugar con tus hijos y lo felices que se sentirán. Yo entiendo que los padres queremos lo mejor para nuestros hijos y educamos desde el temor a equivocarnos y que esas equivocaciones sean catastróficas para el futuro de ellos, Podemos educar sin miedo, con fe y confianza primero en nosotros mismos, lo que te puedo recomendar es que a través del juego conozcas más de cerca a tus hijos, platicar con ellos de forma sincera y sobre todo, escúcharlos, te maravillarás de sus ideas.

 

 

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