Hablar también es un derecho y una necesidad




Durante una sesión con una adolescente de 15 años, observaba su postura un tanto caída, hombros encorbados, ella casi no me mira, su voz siempre en tono suave, casi inaudible y me da la impresión que no quiere ser vista. Me quedé sintiéndome por un momento y descubrí que mirarla así me causaba tristeza y debilidad en mi cuerpo. Se lo comenté y al fin me miró directamente a los ojos como sorprendida y me confesó que está muy enojada con sus padres -se soltó a llorar- no me escuchan, "quiero decirles lo que siento, decirles cosas como me siento o lo que me pasa, porque para mi es necesario decírselos y me contestan cosas como: ya se te pasará, no te preocupes, ajá ajá, sí... y cosas que me hacen sentir que no les importa, de plano mi papá ni me escucha o me dice con cara de molestia ¡Hay, ya vas a empezar! La verdad me duele y me enoja mucho".¿Quién no se sentiría así? pensé yo.


Ahora sus padres la traen a terapia porque no habla, y cuando lo hace es para contestar con monosílabos sí y no. Ella siente una terrible apatía por hablar con ellos, sabe que no va a servir de nada y prefiere callar y tragarse los sentimientos que la invaden. Me quedé pensando si habría una manera de apoyarla y hablar a pesar de no encontrar la escucha respetuosa que ella desea, esa escucha empática y aceptante que, estoy segura, todos deseamos y merecemos. Ella de plano no quiere, se siente derrotada después de tantos intentos fallidos y aún así, yo insisto en que no debería renunciar a su derecho de hablar, hablar a pesar de lo que pase, hablar porque tiene derecho a no callar y porque necesita hablar y soltar lo que siente y quiere.


El silencio es muy fácil para algunas personas y entiendo lo difícil y doloroso que puede ser intentar, de nuevo, hablar con estas personas que necesito me escuchen, en especial si son mis padres. Con demasiada frecuencia escucho a los adolescentes quejarse de que sus padres no los escuchan y no los toman en cuenta, y yo sé que no solamente los adolescentes sienten esto, muchos niños y adultos también.


He aprendido a hablar aunque las situaciones sean adversas, aunque sepa que no me van a escuchar, o que van a juzgarme o a invalidar mis sentimientos, de todas maneras hablo porque quiero hacerlos y también he aprendido a ser yo quien valide mi experiencia, mis emociones y mi realidad.


Te invito a hablar porque es una de las maneras en que te puedo conocer, en que puedo imaginar cuál es tu realidad y tu personalidad, es la forma en que me puedes mostrar quien eres y qué sientes.



Psic. y Psicoterapeuta Gestalt Elena Bouchot Gamas
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